La comunidad parroquial de Roces se siente en
estos días madre, amiga y evangelizadora de vuestros hijos e hijas. Vuestros
catequistas y la comunidad han intentado transmitirles la alegría de una
iglesia amiga, de rostro hermano, llena de inquietudes, cercana a quienes más
lo necesitan. Todos los domingos a las 10.30 hasta la 12.45 hemos estado
durante dos años con la conciencia de que el Señor nos acompañaba en ese camino
difícil de la transmisión de la fe. Gracias a todos, por habernos confiado
vuestros hijos, estamos convencidos que la comunión que compartiremos
todos es el mismo Jesús que la Iglesia ha proclamado en el mundo: que Jesús ha
vencido el mal salvando al hombre de la desesperación y de la soledad
hermética, en la que la vida se cierra, donde solo el dinero, el individualismo
y el vicio corroe la sociedad, engendrando el mal.
En un libro de Ernesto Sábato se describe la vida
con esta amarga constatación “los muros de este infierno serán cada día
más herméticos“. Son las palabras de un hombre que había destruido todo lo que él
más amaba, son palabras sin esperanza, la desesperación de sentirse solos ante
el mal y que nadie podrá entrar dentro de él.
Es ahí donde Cristo se conmueve ante la humanidad
humillada y perdida.
Jesús entra y se conmueve invitándonos a ver en
la fe un camino de luz y esperanza. El encuentro de Jesús en el evangelio nos
invita a dejarle entrar. En la medida que entra dentro de nuestros muros,
también en los sitios más oscuros se pude iniciar un camino lleno de luz y
esperanza que es lo que necesitan nuestros hijos para una vida plena y feliz.
La belleza de la fe, de vivir como hermanos, de
disfrutar de la sinceridad y la obediencia de vuestros hijos es el fruto del
trabajo que hemos hecho.
Deseo vivamente que os encontréis con el Señor a
través de vuestros hijos y del encuentro con vuestro sacerdote que representa
la compañía de la Iglesia que os quiere como hijos.
Los catequistas y toda la comunidad cristiana de
Roces se une a la alegría del encuentro con El Señor que se hará presente
encada uno de vuestros hijos e hijas y que seamos todos una pequeña luz que
ayude a nuestra sociedad a buscar el bien.
Con afecto
vuestro párroco