martes, 27 de septiembre de 2016

Soñar con esta Iglesia

El Papa Francisco se dirigía al  convenio de Florencia en los siguientes términos.


Con el Nuncio,
trabajando con refugiados
Una Iglesia que presenta estos trazos: Humildad, desinterés, santidad, es una Iglesia que sabe reconocer la acción del Señor en el mundo, en la cultura, en la vida cotidiana de la gente. Lo he dicho muchas veces y lo repito al mundo: prefiero una Iglesia accidentada, herida y sucia por estar con la gente en las calles y caminos del mundo que una Iglesia enferma por cerrarse a si misma al egoísmo y al poder, a las propias seguridades, a la comodidad...

Me gusta una Iglesia cercana que se haga piedras vivas entre los hombres y mujeres de este mundo en donde están los imperfectos, los pobres y abandonados, los que buscan al Señor, los que encontráis todos los día en vuestros barrios y calles.

Deseo que la Iglesia sea alegre con características de madre., que comprende, que acompañe y que os acaricie. 

Por favor, soñar con esta Iglesia.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Vivir en Plenitud

Jesús no entendía muchísimos  acontecimientos que le sucedían perseguido y marginado, pero aceptó la voluntad de Dios y decía al Padre: “ESTOY AQUÍ”.

Ante los acontecimientos y misterios que nos rodean, lo más importante es ser personas y aceptarnos como somos. Dios no nos pide una fe ciega, al contrario nos pide que seamos capaces de abrir nuestro corazón aceptando nuestra vida como somos... pobres pero ricos porque podemos dudar y decidir.

Esta aceptación de mi persona repercute, en  mi familia, en mi profesión, en mis relaciones sociales e ilumina también las cosas más pequeñas de la vida a las que no damos importancia, en ellas también reside lo sagrado, el Misterio.
Jesús nos dijo un día “ mirar los lirios del campo y las flores no tejen ni  siembran y vuestro Padre las alimenta”.

En las dos frases “Estoy aquí” y esta última, Jesús nos habla de nuestra identidad y nos invita a capturar nuestro tiempo, a capturar la plenitud que encierra la vida en las pequeñas cosas que nos suceden: nuestros hijos, nuestra pequeña comunidad, la belleza de un atardecer, el abrazo de un amigo.

Sin embargo, nosotros lo que hacemos es complicarnos la vida. Nos dividimos, imponemos reglas que nos oprimen. Cuando comemos en familia  lo más importante no es lo bien o mal que esté cocinado, sino sentirnos uno solo, estar juntos. Nuestra casa no es un hotel impersonal o una humilde pensión en la que las personas pasan y no se conocen. Cuando llego a casa, llego a mi familia, a un entorno en el que me siento amado y al que amo.

Algunos dirán que ya no se vive así que la familia es otra cosa, que las familias están divididas que ya ni se reconocen, que no tienen libertad, que hay otros que deciden por nosotros... hasta nuestra intimidad. Necesitamos revelarnos a todo esto y se empieza aceptándonos, cuidándonos, por eso se nos invita a decir muchas veces: “AQUI ESTOY”.
Compartiendo con niños auténticamente romanos, no se distinguen de los auténticamente asturianos, solo en el idioma