viernes, 10 de junio de 2016

Misericordia

Solo la misericordia es la respuesta ante el mal. Todos estamos confusos ante el dolor provocado o inconsciente, el dolor desgarrador llama de nuevo a nuestra patria, desde el miedo al terrorismo inesperado, a la fragilidad de una cabeza al volante terminado en una tragedia, y otra vez en Bélgica, el vacío muestra de nuevo su rostro violento y despiadado, su ciega violencia como dice el papa Francisco. 
También entre nosotros se experimenta la confusión en la que estamos educando a nuestros hijos consintiendo que una deshumanización acabe al final con valores como el respeto, el reconocimiento del pasado, la familia, fuente de tanta felicidad, o los mismos valores religiosos o humanos en los que se sustenta nuestra sociedad. Después los escándalos de corrupción que atacan la dignidad de las personas que queremos el bien, que no defraudamos y que nos sentimos asqueados.

¿Cómo podemos mirar estos hechos como personas y no sucumbir a la confusión y a la rabia?
Solo podremos hacerlo si no bloqueamos la necesidad urgente que estos eventos despiertan en nosotros de encontrar un significado, un porqué de este desorden global…  Cuanto más nos hiere el dolor más honda es la pregunta que sentimos dentro de nosotros aunque sea solo por un instante, antes de buscar una vida de salida a la distracción y al olvido.

Detrás de la fachada con la que nosotros, hombres, muchas veces distantes o sin vínculos hacemos ostentación de seguridad se impone ante nuestros ojos la profundidad de nuestra necesidad, la necesidad de que alguien cure nuestra heridas, este gran drama lo expresa nuestra fe desde la humildad de nuestra vida pidiendo, como hemos hecho estos días, con los niños para que el Señor mire nuestra debilidad humana, levante nuestra débil esperanza, pidiendo que todos, en el año de la misericordia, pongamos nuestra manos en los arados del trabajo y de la ordenación nuestras vidas, demasiado preocupados por el ocio y la vida fácil.

Al final el único camino para derrotar la violencia o el odio es la infinita misericordia de Dios, que es la definitiva reacción eficaz contra el poder del mal. Papa Francisco nos lo recuerda “Sólo allí donde hay misericordia termina la crueldad, termina el mal y la violencia”.
Quiero desearos a todos días de paz disfrutando de nuestras fiestas y la sincera amistad de todos, desear también a los hermanos sacerdotes un verano lleno de iniciativas y alegría en el Señor.


Vuestro párroco

No hay comentarios:

Publicar un comentario