Solo la misericordia es la respuesta ante el mal. Todos
estamos confusos ante el dolor provocado o inconsciente, el dolor desgarrador
llama de nuevo a nuestra patria, desde el miedo al terrorismo inesperado, a la
fragilidad de una cabeza al volante terminado en una tragedia, y otra vez en
Bélgica, el vacío muestra de nuevo su rostro violento y despiadado, su ciega
violencia como dice el papa Francisco.
También entre nosotros se experimenta la
confusión en la que estamos educando a nuestros hijos consintiendo que una
deshumanización acabe al final con valores como el respeto, el reconocimiento
del pasado, la familia, fuente de tanta felicidad, o los mismos valores religiosos
o humanos en los que se sustenta nuestra sociedad. Después los escándalos de
corrupción que atacan la dignidad de las personas que queremos el bien, que no
defraudamos y que nos sentimos asqueados.
¿Cómo podemos mirar
estos hechos como personas y no sucumbir a la confusión y a la rabia?
Solo podremos hacerlo si no bloqueamos la necesidad urgente que
estos eventos despiertan en nosotros de encontrar un significado, un porqué de
este desorden global… Cuanto más nos
hiere el dolor más honda es la pregunta que sentimos dentro de nosotros aunque
sea solo por un instante, antes de buscar una vida de salida a la distracción y
al olvido.
Detrás de la fachada con la que nosotros, hombres, muchas veces
distantes o sin vínculos hacemos ostentación de seguridad se impone ante
nuestros ojos la profundidad de nuestra necesidad, la necesidad de que alguien
cure nuestra heridas, este gran drama lo expresa nuestra fe desde la humildad
de nuestra vida pidiendo, como hemos hecho estos días, con los niños para que
el Señor mire nuestra debilidad humana, levante nuestra débil esperanza,
pidiendo que todos, en el año de la misericordia, pongamos nuestra manos en los
arados del trabajo y de la ordenación nuestras vidas, demasiado preocupados por
el ocio y la vida fácil.
Al final el único camino para derrotar la violencia o el
odio es la infinita misericordia de Dios, que es la definitiva reacción eficaz
contra el poder del mal. Papa Francisco nos lo recuerda “Sólo allí donde hay
misericordia termina la crueldad, termina el mal y la violencia”.
Quiero desearos a todos días de paz disfrutando de nuestras
fiestas y la sincera amistad de todos, desear también a los hermanos sacerdotes
un verano lleno de iniciativas y alegría en el Señor.
Vuestro párroco
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