jueves, 24 de noviembre de 2016

Cuento: El Extraño

Unos cuantos años después que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién llegado a nuestra pequeña población.
Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.
El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios: Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer.
Pero el extraño era nuestro narrador. Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias.
El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol. Me hacía reír, y me hacía llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad.
(Ahora me pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el extraño se fuera.)
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas.
Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra casa Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase.
Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacia que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el extraño nos animó a intentarlo y a hacerlo regularmente.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos.
Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.
Repetidas veces lo criticaron, mas nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.
Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con nuestra familia.
Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía...
¿Su nombre?
Nosotros lo llamamos... ¡¡Televisor!!

NotaSe requiere que este artículo sea leído en cada hogar.

¡¡Ahora tiene una esposa que se llama Computadora!!,... y un hijo que se llama ¡Móvil! con el agravante que el nieto pinta ser el peor de todos, el SMART PHONE

Autor: Desconocido

martes, 27 de septiembre de 2016

Soñar con esta Iglesia

El Papa Francisco se dirigía al  convenio de Florencia en los siguientes términos.


Con el Nuncio,
trabajando con refugiados
Una Iglesia que presenta estos trazos: Humildad, desinterés, santidad, es una Iglesia que sabe reconocer la acción del Señor en el mundo, en la cultura, en la vida cotidiana de la gente. Lo he dicho muchas veces y lo repito al mundo: prefiero una Iglesia accidentada, herida y sucia por estar con la gente en las calles y caminos del mundo que una Iglesia enferma por cerrarse a si misma al egoísmo y al poder, a las propias seguridades, a la comodidad...

Me gusta una Iglesia cercana que se haga piedras vivas entre los hombres y mujeres de este mundo en donde están los imperfectos, los pobres y abandonados, los que buscan al Señor, los que encontráis todos los día en vuestros barrios y calles.

Deseo que la Iglesia sea alegre con características de madre., que comprende, que acompañe y que os acaricie. 

Por favor, soñar con esta Iglesia.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Vivir en Plenitud

Jesús no entendía muchísimos  acontecimientos que le sucedían perseguido y marginado, pero aceptó la voluntad de Dios y decía al Padre: “ESTOY AQUÍ”.

Ante los acontecimientos y misterios que nos rodean, lo más importante es ser personas y aceptarnos como somos. Dios no nos pide una fe ciega, al contrario nos pide que seamos capaces de abrir nuestro corazón aceptando nuestra vida como somos... pobres pero ricos porque podemos dudar y decidir.

Esta aceptación de mi persona repercute, en  mi familia, en mi profesión, en mis relaciones sociales e ilumina también las cosas más pequeñas de la vida a las que no damos importancia, en ellas también reside lo sagrado, el Misterio.
Jesús nos dijo un día “ mirar los lirios del campo y las flores no tejen ni  siembran y vuestro Padre las alimenta”.

En las dos frases “Estoy aquí” y esta última, Jesús nos habla de nuestra identidad y nos invita a capturar nuestro tiempo, a capturar la plenitud que encierra la vida en las pequeñas cosas que nos suceden: nuestros hijos, nuestra pequeña comunidad, la belleza de un atardecer, el abrazo de un amigo.

Sin embargo, nosotros lo que hacemos es complicarnos la vida. Nos dividimos, imponemos reglas que nos oprimen. Cuando comemos en familia  lo más importante no es lo bien o mal que esté cocinado, sino sentirnos uno solo, estar juntos. Nuestra casa no es un hotel impersonal o una humilde pensión en la que las personas pasan y no se conocen. Cuando llego a casa, llego a mi familia, a un entorno en el que me siento amado y al que amo.

Algunos dirán que ya no se vive así que la familia es otra cosa, que las familias están divididas que ya ni se reconocen, que no tienen libertad, que hay otros que deciden por nosotros... hasta nuestra intimidad. Necesitamos revelarnos a todo esto y se empieza aceptándonos, cuidándonos, por eso se nos invita a decir muchas veces: “AQUI ESTOY”.
Compartiendo con niños auténticamente romanos, no se distinguen de los auténticamente asturianos, solo en el idioma

martes, 2 de agosto de 2016

Carta a la Parroquia. Fiestas sacramentales

Queridos feligreses:

Permitidme manifestaros que yo también necesito un poco de fiesta de prau y salir de tantos atolladeros en que me meten y lo que es peor, me meto… necesito veros, repartir el regalín de la Virgen de Covadonga que hago disimuladamente no sea que algún laiquín se enfade. Los pinchos estarán bien, les tortielles estarán sabrosines y siempre encontramos gente para compartir sonrisas, recuerdos y algún que otro beso, que las fiestas están para eso.
En estos tiempos atropellaos donde cada día somos un número más y donde la tentación de dominarnos y no escuchar razones para una buena convivencia está a la orden del día, en nuestra parroquia las dos asociaciones cumplen con éxito el crear fraternidad y buena convivencia.

Permitidme una de esas conversaciones de chigre que me encantan. La persona en cuestión se llama Juan (no corresponde su nombre) ocurrió hace unos meses un domingo. Pasas en el coche y te preguntas porque no pararte un poco. En un buen chigre encuentras compañía y gente que te anima. No era tarde, me encontré con Juan, la única persona que estaba allí.
-Buenos días, dije
-Buenos días Sr. Cura, parece un poco cansado.
-Sí, es verdad, me sucede a veces.
-El otro día le dije a mi mujer, que pensaría Vd., que no me ve nunca en la Iglesia.
-Juan, te voy a decir una cosa, la mejor misa es ésta el respeto mutuo y que siempre que me ves me recibas con esa alegría aparte de pagarme el vasu jeje. Es lo que se te pide Juan y tu cura te lo agradece y claro, vernos en la fiesta por la noche.
-Mire a veces lo paso muy mal me dice Juan ya sabe los trabayos que hice en mi vida, por la noche me falta aire pero si viera que me acuerdo de mi madre y de cuanto ella rezaba y como nos alimentaron a ocho hermanos con tanto sacrificio que pienso que lo mío no es nada.
-Me alegro Juan de verte por aquí y ya sabes quiero que sepas que ser amigos en esta sociedad tan egoísta es un regalo de Dios.

Cuanto bien se puede hacer en una fiesta. Que disfrutemos de la Sacramental de Roces, de tanta gente buena y sencilla y no tengamos la tentación de buscar los caminos de la soberbia y del orgullo que producen deshumanización y división.

Felices fiestas, vuestro párroco.

jueves, 14 de julio de 2016

La aventura de descubrir al otro también en política

Sería bueno que nos preguntáramos porque no ha sido posible el acuerdo, y que podemos aprender ahora algo que se materialice en opciones serias y realistas.

Tendríamos que preguntarnos si no hay más remedio que abandonarnos a la constatación clásica de Hobbes de que, el hombre es un lobo para el hombre, es decir que el adversario político es un enemigo cuya influencia debe ser neutralizada, con el que no hay nada que dialogar. En este caso nos vemos abocados que se favorezcan las alianzas ahorrándonos la cultura del encuentro.
La democracia que ahora disfrutamos es fruto de una generación que sufrió  el horror del enfrentamiento fratricida, pero que aprendió en sus propias carnes  que el camino no es anular el adversario.

El deseo de paz, de convivencia, e incluso perdón, hizo que los políticos de la transición fueran menos presuntuosos, muy abiertos al diálogo.
Es necesario que se encuentre espacio en nosotros, la experiencia elemental de que el otro es un bien para la realización de nuestra propia persona. Y esta experiencia se abrirá paso en la medida que descubramos nuestra necesidad de compañía, de construir juntos, de preocuparnos por el bien de los demás, de amar y ser amados, de abrazo en nuestro error y de significado en el dolor.

Lo contrario de esta conciencia es la ideología. Por eso es urgente desacralizar la política, nadie tiene poder mesiánico, o salvadores de los pobres. La política debe asumir el papel de el humilde de servidora de los ciudadanos.

El Papa Francisco con sus gestos públicos nos habla de diálogo, no de negociación, negociar el llevarse la propia tajada de la tarta común. El mejor modo para dialogar es hacer las cosas juntos. Construir juntos.
La aportación de los cristianos en el mundo pasa por esta cultura de diálogo. La actividad social y caritativa de la Iglesia pasa por esta cultura, Cristo ha dado la vida para reconciliarnos.

Vuestro párroco

miércoles, 29 de junio de 2016

Las Tres Puertas. Sagrada Familia

D. Etsuro Sotoo, escultor japonés
Cuando Etsuro Sotoo ganó el concurso para realizar las tres puertas de la fachada de la Basílica de la Natividad hace diez años, nadie había podido imaginar que serían tan bellas. 
Desde el momento que se colocaron en su lugar definitivo, pareció que estuvieran allí para siempre.
La única fachada construida en vida por el gran arquitecto catalán estaba esperándolas. 

La primera fue la del portal de la Caridad, una puerta de dos hojas dedicada a los esposos José y María. El verde la de la hiedra se colorea de rojo dejando entrever sus iniciales J y M.
El maestro Sotoo explica que ha elegido la hiedra como elemento de la naturaleza que mejor representa el amor. Para crecer cada rama necesita de la otra. 
Acercándose se descubre que hay parejas de insectos escondidos entre las ramas. Cada niño que pasa los toca. Las puertas son de bronce, al igual que las personas crecen dentro de una relación, así el bronce se hace más brillante al tocarlo. El continuo contacto no lo estropea muy al contrario lo hace más bello. 
Es la belleza viva de la vida. Una vida es bella cuando está llena de esperanza y el portal dedicado a esta virtud alberga una puerta en la que los lirios resaltan entre las cañas.
Las cañas tienen raíces superficiales y cualquier ráfaga de viento puede arrancarlas pero siempre vuelven a arraigar y crecen de nuevo. El agua es el origen de la vida , como el bautismo es la raíz de la esperanza cristiana. Estos lirios crecen en las hendiduras de la rocas  al borde  de los riachuelos . en las hendiduras de las rocas de las montañas de Montserrat. Son una imagen de la esperanza que alberga en las hendiduras del corazón humano. Las hojas interiores nos reservan una sorpresa. En su interior encontramos la arena del desierto que José tuvo que cruzar con su familia huyendo a Egipto. ¿Que esperaría encontrar más allá del desierto? un mar generoso, lleno de peces,  para alimentar a su esposa María y a Jesús su hijo. Todo un símbolo de esperanza de encontrar una vida mejor. 
Si levantamos la mirada vemos peces plateado saltando exultantes. La esperanza de José se hizo esperanza para todos. Los peces representan a los cristianos a todos los hombres de buena voluntad.

La última puerta que se completo fue la de la Fe. Miles de rosas sin espinas colorean sus hojas exteriores. Como dice Etsuro "En el corazón del que tiene la fe brota una flor eterna"
Todas las cosas de la vida pierden sus espinas no porque desaparezcan las pruebas, los dolores y las contradicciones sino porque todo esto tiene un sentido por la  fe. 

Gracias Maestro Sotoo.

Fuente: 

viernes, 10 de junio de 2016

Misericordia

Solo la misericordia es la respuesta ante el mal. Todos estamos confusos ante el dolor provocado o inconsciente, el dolor desgarrador llama de nuevo a nuestra patria, desde el miedo al terrorismo inesperado, a la fragilidad de una cabeza al volante terminado en una tragedia, y otra vez en Bélgica, el vacío muestra de nuevo su rostro violento y despiadado, su ciega violencia como dice el papa Francisco. 
También entre nosotros se experimenta la confusión en la que estamos educando a nuestros hijos consintiendo que una deshumanización acabe al final con valores como el respeto, el reconocimiento del pasado, la familia, fuente de tanta felicidad, o los mismos valores religiosos o humanos en los que se sustenta nuestra sociedad. Después los escándalos de corrupción que atacan la dignidad de las personas que queremos el bien, que no defraudamos y que nos sentimos asqueados.

¿Cómo podemos mirar estos hechos como personas y no sucumbir a la confusión y a la rabia?
Solo podremos hacerlo si no bloqueamos la necesidad urgente que estos eventos despiertan en nosotros de encontrar un significado, un porqué de este desorden global…  Cuanto más nos hiere el dolor más honda es la pregunta que sentimos dentro de nosotros aunque sea solo por un instante, antes de buscar una vida de salida a la distracción y al olvido.

Detrás de la fachada con la que nosotros, hombres, muchas veces distantes o sin vínculos hacemos ostentación de seguridad se impone ante nuestros ojos la profundidad de nuestra necesidad, la necesidad de que alguien cure nuestra heridas, este gran drama lo expresa nuestra fe desde la humildad de nuestra vida pidiendo, como hemos hecho estos días, con los niños para que el Señor mire nuestra debilidad humana, levante nuestra débil esperanza, pidiendo que todos, en el año de la misericordia, pongamos nuestra manos en los arados del trabajo y de la ordenación nuestras vidas, demasiado preocupados por el ocio y la vida fácil.

Al final el único camino para derrotar la violencia o el odio es la infinita misericordia de Dios, que es la definitiva reacción eficaz contra el poder del mal. Papa Francisco nos lo recuerda “Sólo allí donde hay misericordia termina la crueldad, termina el mal y la violencia”.
Quiero desearos a todos días de paz disfrutando de nuestras fiestas y la sincera amistad de todos, desear también a los hermanos sacerdotes un verano lleno de iniciativas y alegría en el Señor.


Vuestro párroco